Consideraciones
La dificultad en los hábitos de comida es tema frecuente en la
mayoría de consultas de pediatras y de servicios de orientación.
Al ser la alimentación una necesidad básica en la vida, su
importancia es evidente.
La sociedad, además, valora y exige unas adquisiciones básicas en
los hábitos de comida.
La alimentación no implica simplemente el acto de comer sino
también una serie de comportamientos o conductas que se adquieren
progresivamente en el ámbito familiar y en comedores escolares.
Estas conductas se aprenden a lo largo de las etapas de Educación
Infantil y Primaria de forma paulatina y se basan en la relación adulto-niño.
Hábitos de alimentación:
Las actitudes de un/a niño/a y la distribución del
horario a lo largo del día (tiempo de sueño, trabajo escolar, juego,
actividades extraescolares y relación familiar) repercuten en sus hábitos
alimentarios y en su apetito.
Como
pautas generales podemos establecer:
EL
DESAYUNO
Es una de las comidas más importantes del día. Conviene levantarse
con tiempo y dedicarse a las actividades de aseo y cuidado personal antes de
tomar el desayuno para así generar sensación de hambre.
Un desayuno con prisas es equivalente a un desayuno pobre. Por lo
tanto, es necesario dedicar suficiente tiempo a sentarse y evitar compaginar la
toma del desayuno con otras actividades como, por ejemplo, ver la televisión.
La cantidad y diversidad de alimentos dependen de costumbres culturales
y familiares.
Conviene que el desayuno sea variado en sus componentes y que
cambie periódicamente, de forma que lo que se tome nos aporte las energías
suficientes hasta la comida del mediodía.
Cuando un/a niño/a se alimenta adecuadamente en el desayuno no necesitará
otro aporte de alimentos hasta la comida siguiente.
No obstante, según los lugares, los hábitos, los gustos personales
y la repercusión en la siguiente comida, se podrá tomar un pequeño almuerzo
(frutas, quesitos, bocadillo, galletas, etc.)
LA COMIDA
En nuestra sociedad la comida constituye la principal toma de alimentos
del día y es el momento de encuentro que favorece la relación familiar y la
enseñanza-aprendizaje de los hábitos básicos de alimentación. Por ello, se debe
propiciar un clima tranquilo, sosegado, sin interferencias (TV, radio,
animales...) para que el momento de la comida resulte siempre placentero.
Evitaremos, en lo posible:
– la anarquía en los horarios.
– la preparación de alimentos a última hora.
– las interrupciones largas entre plato y plato.
– los gritos, regañinas, correcciones constantes.
– el comer con mucha rapidez.
– las situaciones incómodas por falta de espacio.
Por el contrario, procuraremos estimular las conductas adecuadas con
refuerzos positivos, del tipo:
“Comes como un mayor”
“Da gusto veros comer”
“Mañana os prepararé una sorpresa”
En cuanto a lo que se debe comer, responderá a una dieta variada,
equilibrada y acorde a las necesidades de los comensales, cuidando su
presentación.
LA MERIENDA
La merienda es una costumbre de nuestra cultura muy extendida
desde edades muy tempranas. Los hábitos familiares van a determinar el tipo de
alimentos de esta comida.
No obstante, es conveniente tener en cuenta que éstos han de ser
variados, no muy elaborados y que la merienda debe ser algo frugal que dé paso
a la cena.
LA CENA
Deberíamos tender a que la cena sea otro momento de encuentro
alrededor de la mesa, de forma relajada, y evitar elementos de dispersión.
Procuraremos que tenga lugar lo antes posible para que nos permita hacer la
digestión antes de acostarnos; por ello, la cena debe ser ligera.
DIFCULTADES
MÁS COMUNES
Inapetencia
y rechazo a ciertos alimentos
Los problemas en la alimentación son frecuentes en la etapa
infantil. En los primeros meses puede darse un rechazo al pecho o al biberón o
presentar cierta incapacidad para mamar; más adelante pueden aparecer manías a
la hora de comer o comer de manera insuficiente.
La inapetencia se manifiesta en el escaso o nulo apetito que se
repite de forma continua a las horas de la comida. Con frecuencia afecta a
niños/as de la etapa infantil.
En la mayoría de casos no se observa causa orgánica que motive la
falta de interés por la comida y, en general, se trata de niños/as sanos que se
desarrollan dentro de los parámetros normalizados.
La inapetencia puede ser continua o temporal debido a:
a) Acontecimientos familiares o sociales:
– el nacimiento de un hermano/a.
– la entrada al colegio o guardería.
– el fallecimiento o pérdida de un familiar...
b) Un proceso de aprendizaje inadecuado:
– la ansiedad del padre/madre ante uno o varios episodios de
inapetencia que pueden llegar a angustiar a todos los miembros de la familia y
producir rechazo de la comida.
– en muchos casos, el adulto sobrevalora la comida y relaciona la
cantidad con la salud de sus hijos/as. De aquí deriva una excesiva atención
e insistencia, lo que produce a su vez un círculo vicioso difícil de cortar.
– la anarquía en los horarios o comer entre horas.
– el abuso de alimentos dulces, chucherías, refrescos,...
c) Causa física:
– la dentición.
– una enfermedad.
– un accidente....
¿QUÉ DEBEMOS HACER?
Ante una inapetencia continua es necesaria una valoración del
pediatra para conocer el estado de salud del/la niño/a, si requiere un aporte
vitamínico o tratamiento de estimulación del apetito.
Puede ser que, tras un chequeo médico, el/la niño/a se encuentre bien
y, por tanto, los padres deben asumir que come lo que necesita.
Si la ausencia de apetito coincide con uno de los acontecimientos mencionados
(dentición, enfermedad, nacimiento de un hermano/a...), debemos entender ésta
como una llamada de atención o como síntoma de un bajo estado de ánimo ante el
cual los padres pueden recurrir a una consulta profesional.
En
caso de producirse un proceso de aprendizaje inadecuado de los hábitos de
comida, tenemos que tener en cuenta que la actitud de los/as hijos/as depende,
en buena parte, de la actitud que adopten los padres. El modelo de conducta que
asuma será el que la familia le ofrece.
Es
también importante establecer unas pautas básicas que se han de mantener, como
son:
–
Que el acto de comer sea una acción relajada y tranquila.
–
La permanencia en la mesa durante el tiempo de las comidas (estableciendo un
tiempo mínimo y uno máximo de estancia sin levantarse).
–
Comer el menú según el orden de presentación.
–
Hacer de la comida un momento de encuentro y convivencia, y evitar comer cada
uno a su hora; esto va a favorecer el aprendizaje por imitación.
–
Evitar compaginar otras actividades con la comida (ver la televisión, juegos,
periódico...)
–
Explicitar unas formas de comer adecuadas de manera progresiva. Es decir, que el/la
niño/a conozca las normas de su casa: uso de servilleta, postura en la mesa,
empleo de cubiertos...
–
Posibilitar la degustación de alimentos nuevos en pequeñas dosis y, aun
respetando el rechazo hacia algunos alimentos, procurar no caer en la cesión a
caprichos.
–
Conviene negociar con antelación una cantidad mínima (sobre todo de aquellos
alimentos rechazados por el/la niño/a) e ir ampliando la cantidad poco a poco.
–
Evitar que los/as niños/as coman entre horas y abusen de dulces y chucherías.
Estas
pautas pueden ser puntos de reflexión para los padres que, a partir de las
mismas, pueden establecer conductas adecuadas.
El
seguimiento de estas pautas creará unos hábitos adaptados y duraderos. Si el/la
niño/a cumple con las normas familiares se le reforzará con atención, alabanza,
elogios, etc...
Cuando
el niño o la niña adopten una conducta inadecuada a la hora de comer, los
adultos no deberán manifestar gritos, enfado, ansiedad y/o castigar. Se le
debería retirar el plato, una vez finalizado el tiempo acordado. En la próxima
comida, se mantendrán las mismas normas.
Las
pautas se adecuarán a las fases madurativas del/la niño/a. Para esto, conviene
que los padres las contrasten con las de otros/as compañeros/as y familias con
hijos/as de edades similares.
Como
criterio básico se dejará que el/la niño/a realice todo lo que puede hacer por
sí solo/a aunque esto sea más costoso en tiempo y esfuerzo.
COMPORTAMIENTO EN LA MESA
Cada familia tiene unas normas respecto
a los hábitos de comida que desea transmitir a sus miembros. Conviene que, para
una mayor adaptación e integración en su comunidad, éstas participen de las
normas generales y socialmente establecidas.
HIGIENE
Condición previa a la comida es una correcta higiene de manos y el
posterior lavado de los dientes, sobre todo después de las comidas principales.
Es conveniente que los/as niños/as sientan la necesidad de limpiar
su boca y manos cuando están sucias y que para ello utilicen la servilleta.
Otro comportamiento que deberá aprender es no tirar comida fuera
del plato.
Estos hábitos se pueden iniciar desde edades muy tempranas, ya que
inciden positivamente en la salud y autonomía del/la niño/a.
POSTURAS
Es importante enseñar al/la niño/a a comer sentado/a y a
permanecer en la mesa hasta finalizar la comida. Hay que evitar posturas
incorrectas y molestas para los/las demás comensales (mantener la espalda
erguida, no apoyarse sobre los codos ni extenderlos ocupando un espacio
excesivo, etc.).
TIEMPO
Los niños y las niñas en edades tempranas carecen del sentido del
tiempo, comen a cualquier hora y lo hacen muchas veces sin que los padres los
vean.
Es preferible marcar unos horarios fijos de comidas, con cierta
flexibilidad, y procurar, en la medida de lo posible, que toda la familia esté
reunida y, como hemos expuesto antes, de forma relajada y tranquila.
USO DE
UTENSILIOS
El aprendizaje del uso de utensilios para comer implica la adquisición
de las costumbres o hábitos que socialmente se consideran adecuados. No debemos
olvidar que, detrás del uso de los cubiertos en la mesa, está el desarrollo de
habilidades, estrategias y conductas que favorecen el desarrollo de capacidades
de autonomía importantes para la evolución del/la niño/a.
El uso de la cuchara, el tenedor y el cuchillo favorece el logro
de la autonomía, coordinación y control motriz de los pequeños/as.
En el momento en que se observa que pueden utilizar la cuchara,
hay que favorecerles su uso sabiendo que, al comienzo y debido a su inmadurez,
va a ensuciarse. La actitud de los padres debe ser la de continuar este
entrenamiento.
Poco a poco se irá introduciendo el uso del tenedor, se continuará
con la cuchara y el de más difícil manejo, el cuchillo.
Con la bebida, se iniciará al/la niño/a en el uso de la taza (dos asas,
un asa) y del vaso. Al mismo tiempo, hay que eliminar los hábitos que no
corresponden a su edad (por ejemplo, el uso del biberón, papillas y purés a
partir de los dos años).
Hacia los tres años puede generalizarse el uso de cuchara y
tenedor; sin embargo, será necesario ayudar en la utilización del cuchillo
hasta los 6 ó 7 años aproximadamente, dependiendo de la pastosidad del alimento
y de la calidad del cuchillo.
En nuestra sociedad se permite tomar algunos alimentos sin el uso
de utensilios (espárragos, langostinos, costillas, etc.).
Ante conductas inadecuadas, dudas, desconocimiento en estos
aspectos de comida, los padres pueden tomar referencia del comportamiento de
otros/as niños/as de la edad y/o consultar a los especialistas (educadores,
orientadores, pediatras...).
NEGATIVISMO
Entendemos como negativismo el rechazo
persistente de determinados alimentos o comidas. Normalmente son llamadas de
atención y reclamo del adulto; coincide con la apetencia hacia alimentos
preferidos y la tendencia de los padres a ceder ante la conducta del hijo/a.
Suelen ser niños/as dominantes, consentidos, con sobreprotección y que pueden
trasladar estas conductas a otros ámbitos de su vida social.
La
permisividad de los padres por diferentes motivos, como por ejemplo,
diferencias de opinión entre los cónyuges, prisa, presencia de visitas,
celebraciones... hace que el/la niño/a satisfaga siempre sus deseos. Conviene
facilitar que los/as niños/as, a partir del primer año de vida, prueben una
variedad amplia de sabores (de los diferentes grupos de alimentos) para que los
acepten; más adelante, se continuará con dicha degustación. Se puede permitir
el rechazo de determinados platos siempre que éstos no sean excesivos en número
ni que el/la niño/a coma a la carta y sea él quién elija el menú.
Como
pautas a tener en cuenta para la prevención y tratamiento de las conductas
negativas proponemos las siguientes:
a)
Probar todo tipo de alimentos desde las primeras edades.
b)
Procurar que esta prueba de alimentos sea motivadora, distendida, nunca con
imposición fuerte, sino con sosiego aceptando en ciertas ocasiones un rechazo.
c)
Por parte del adulto, no perder los nervios, no gritar, ni amenazar; en
definitiva, no convertir la comida en una lucha o relación de poder en la que
frecuentemente “gana” el/la niño/a.
d)
Desde muy pequeños, negociar la cantidad mínima de “cada plato a comer”, y que
sea el niño o la niña quien se sirva. De esta forma, favoreceremos su
autonomía, independencia y la responsabilidad de su elección.
e)
No sustituir nunca un alimento rechazado por otro de mayor agrado porque éste
es el inicio de un negativismo progresivo que se puede extender a otras
conductas y situaciones.
f)
En los casos en que rechace el primer plato por la preferencia del segundo, se
condicionará la toma del segundo a una mínima cantidad del primero.
g)
Valorar cualquier aproximación a la conducta deseada por el adulto mediante
refuerzos preferentemente afectivo sociales (alabanzas, valoración, compartir
tiempo y juego, etc.).
DIFICULTADES MÁS GRAVES
Entre
las situaciones de mayor dificultad en la conducta alimentaria destacamos:
1. la
obesidad
2. la
anorexia
3. la
bulimia
OBESIDAD
La obesidad tiene mayor incidencia en
la sociedad occidental. La razón estriba en la mayor disponibilidad de comida
que la necesaria para vivir, tanto en cantidad como en variedad, el mayor
contenido nutritivo del que se puede asimilar y el modo de vida urbano con sedentarismo
y menor gasto calórico.
Se
considera niño/a obeso/a aquél/aquélla cuyo peso es 10% superior al que
constituye la media por edad, estatura y sexo. Los/as niños/as imitan modelos
del adulto y siguen las pautas de los medios de comunicación.
Las
causas de la obesidad pueden ser:
Fisiológicas
o genéticas: cuando los padres son obesos o uno de ellos lo es, la probabilidad
de que el/la hijo/a sea obeso/a aumenta.
Errores
en la educación familiar: por una parte, muchos niños/as son sobrealimentados
sistemáticamente en la infancia por la creencia de que un niño/a grueso/a es
más sano/a y fuerte; por otra, los padres que no hacen ejercicio contribuyen a
que el/la niño/a, al compartir la inactividad, no consuma o gaste energías.
Características
individuales o rasgos diferenciales: hay niños/as que comen “con los ojos” y
que poseen una gran sensibilidad hacia los estímulos alimenticios; otros
manifiestan una fuerte tendencia hacia comidas dulces, bocadillos, etc.
PAUTAS DE
ACTUACIÓN
1. Descartar causas fisiológicas. Para ello debe intervenir el médico
pediatra realizando una revisión o estudio de éstas.
2. Si la obesidad es por causa psicológica o afectiva, tomar conciencia
de éstas y tratarlas con un profesional.
3. Evaluar las conductas y hábitos alimenticios de los/as hijos/as
para conocer cuáles son adecuadas y cuáles inadecuadas.
4. Ante conductas inadecuadas, puede demandarse asesoramiento de un
profesional con el objeto de establecer pautas y hábitos básicos de comida,
como los que exponemos a continuación:
– Limitar, en lo posible, la toma de chucherías y dulces en fiestas,
celebraciones, cumpleaños, reuniones... y sustituirlas por otros alimentos.
– Realizar ejercicio físico (deportes, juegos) para consumir calorías.
– Sustituir la bollería industrial por alimentos naturales.
– Dificultar el acceso a alimentos placenteros y calóricos para el/la
niño/a.
– Evitar el exceso de comidas sobresaturadas y rápidas (hamburguesas,
pizzas...).
En cualquier caso, la delgadez o la gordura es, en parte, un concepto
muy influenciado por el momento cultural, por el tipo de sociedad en que se
vive y por las circunstancias personales.
Consideramos importante educar a los/as niños/as en:
– La creación de hábitos de salud personal.
– La no consideración de la estética como un valor prioritario.
– El respeto y aceptación de la propia constitución personal y de
la imagen individual de cada uno/a.
– El respeto y aceptación de las personas física y psíquicamente diferentes.
ANOREXIA
Es un trastorno grave de la conducta
alimentaria que se caracteriza por la pérdida desproporcionada de peso, miedo
intenso a engordar, alteración de la imagen corporal y negativa a comer.
La gran mayoría de los casos comienza entre los 14 y los 19 años,
pero puede presentarse también en niños y niñas de menor edad. La frecuencia es
mayor en las niñas que en los niños.
Los/las preadolescentes y adolescentes suelen manifestar una reducción
significativa de peso, retraso en la menárquia o ausencia de menstruaciones en
el caso de las chicas y disminución de las hormonas sexuales.
Se consideran factores de riesgo o factores que influyen en el
desarrollo de la enfermedad los siguientes:
1. Dificultades emocionales:
– Rechazo real o imaginario de los padres, del profesorado y de
otras personas de su entorno.
– Clima familiar desfavorable.
– Tristeza, depresión...
2. Rigidez y normas estrictas en el acto de la comida.
La conducta inflexible que obliga a comer puede ser el origen de
la anorexia ya que viven repetidamente situaciones desagradables.
3. Reclamo de la atención y afecto de los padres, mostrando hostilidad
hacia ellos: de este modo logran preocuparles y angustiarles, descargando con
éxito su agresividad.
4. Sentimiento de auto castigo por baja autoestima e infravaloración.
5. Personalidad perfeccionista, muy sensible, con inseguridad, ausencia
de apetito o con alguna experiencia desgraciada.
6. Miedo a convertirse en mujer y aceptar su sexualidad.
7. Deseo de perder peso y lograr una figura estilizada acorde con la
moda.
ORIENTACIONES
En primer lugar, hay que realizar una valoración del estado físico
y mental del niño o niña y de las relaciones intrafamiliares.
El tratamiento ha de llevarse a cabo por personal especializado (Centros
de Salud Mental, Gabinetes privados).
Como pautas preventivas encaminadas a evitar dificultades mayores
destacamos las siguientes:
a) Mantener la rutina de las comidas familiares de forma organizada
(si no es posible la comida, la cena), ya que uno de los síntomas primeros en
la anorexia es el no querer participar en la comida y “evitar que los demás
vean lo que comes”.
b) Continuar con las revisiones médicas periódicas hasta la adolescencia
para prevenir pérdidas de peso importantes o desproporción con la altura.
c) Procurar una educación familiar y escolar basada en la prevalencia
de los valores humanos sobre los estéticos de “culto” al cuerpo, intentando
contrarrestar los mensajes sociales (televisión, muñecas Barbie, modas,
anuncios, etc).
d) Seguir la evolución del/la hijo/a preadolescente ante cambios en
su forma de ser y comportarse, ya que otros síntomas de la anorexia pueden ser
la hiperactividad, las actitudes perfeccionistas, la autoexigencia personal y
un excesivo orden en su vida.
e) Asesorarse como padres y atender, para corregir desde edades
tempranas, aquellos desajustes alimentarios que van surgiendo, puesto que la
prevención evita los futuros problemas.
f) Favorecer un clima familiar adecuado, con frecuente comunicación
y conocimiento de los hijos/as para poder darse cuenta de los
desajustes que se inician.
BULIMIA
PAUTAS A
SEGUIR
1. Estar al tanto de los cambios en los hábitos cotidianos de los hijos/as
(permanencia excesiva en el baño, alimentos en los armarios, vómitos
provocados, uso de laxantes...).
2. Evitar la abundancia de alimentos sugestivos ricos en calorías
(dulces y embutidos) en casa y procurar no tenerlos a la vista, sustituyéndolos
por verduras, frutas y alimentación baja en calorías y de mayor poder
nutritivo.
3. Promover la comida en familia.
4. Eliminar la toma de alimentos entre horas.
5. Favorecer actividades que sean incompatibles con la conducta bulímica
(práctica de deportes, actividades al aire libre...)
6. Acudir a un especialista cuando:
– haya un exceso de peso.
– se observe ansiedad elevada en las comidas.
– se detecte que el niño o la niña vomita o toma laxantes.
– observemos conductas inadecuadas en lo relativo a la comida.
En la educación de la conducta alimentaria, es preferible guiarse
más por refuerzos positivos que negativos. Hay que actuar tempranamente para
prevenir dificultades mayores y más permanentes.
Los hábitos familiares van a determinar el aprendizaje de los/las más
pequeños/as y, por tanto, es conveniente cuidar las condiciones en que se
forjan dichos hábitos.
Sugerimos que las costumbres familiares se mantengan siempre y
cuando no contradigan las normas socialmente admitidas.
Las dificultades no aparecen de un día para otro. Por tanto la
intervención para corregirlas requiere un proceso que implica la participación
de los padres/madres y educadores/as
Es necesario:
Ø
Darse cuenta de la dificultad.
Ø
Analizar las causas que la determinan.
Ø
Establecer medidas
CÓMO FOMENTAR HÁBITOS
ALIMENTICIOS SALUDABLES
Orientaciones:
- Si
piensa que su hijo/a come poco, primero haga un registro de lo que en
realidad come. Puede que coma lo suficiente y, por tanto, no deba
preocuparse. Anote horas/veces en las que come algo, cantidades y tipos o
variedad de alimentos. Parta de la premisa que no todo el mundo necesita
comer lo mismo y hable con el pediatra de las cantidades adecuadas para la
edad y las características de su hijo/a.
- Haga
de las horas de comer momentos relajados y agradables.
- Siente
al/la niño/a en la mesa cuidando que haya un ambiente agradable:
iluminación, un plato divertido o apetecible a la vista, un vaso con un
dibujo animado, conversación
agradable y sonrisas. Puede incluso adornar la mesa con adornos divertidos. Prohibido gritar o pelearse en la
mesa. Si ha observado que ciertos
objetos, juguetes o situaciones distraen demasiado a su hijo/a, retírelos. La hora de comer es
para comer, no se juega ni se ve la televisión. Se puede permitir al/la
niño/a mantener un juguete en la mano o cerca de él/ella. Hable de cosas
agradables con su hijo/a mientras
come, cuéntele un suceso divertido del día
o cántele una estrofa de una canción si es pequeño/a. No insista una y otra
vez en que coma, él/ella ya sabe que es la hora de comer. No haga
comentarios continuos si el/la niño/a no come, recuérdele alguna vez el refuerzo o la
actividad agradable que le espera para después de comer y/o que el tiempo
de comida se está acabando, pero no lo haga con demasiada insistencia
–sólo 1 ó 2 veces máximo. Refuerce o alabe si está comiendo pero procure
hacerlo con sonrisas y comentarios
no directamente relacionados con la comida. Si es usted el que le da de
comer, espacie los ofrecimientos de la cuchara o de la comida unos 5-10 segundos después de que ha
rechazado una cuchara, después de este tiempo inténtelo de nuevo.
- Instaure
una rutina del momento de comer: comer a la misma hora, en el mismo lugar
y con las mismas condiciones ambientales (por ejemplo la condición de tele
apagada hasta que haya terminado de comer). Elija con cuidado las horas de
las comidas si su hijo/a es pequeño/a,
piense en adelantar las comidas y las cenas para evitar que a su hijo/a le entre sueño antes o durante la
comida y ya no quiera comer. Un horario razonable entre los 3-4 años es
comer a la 1.30-2 y cenar a las 8-8.30. Para elegir el horario del
desayuno, aconsejamos despertar al/la niño/a por las mañanas con el
suficiente tiempo para que pueda esperar a desayunar una vez que se ha
despertado del todo después de vestirse, lavarse o incluso charlar un
ratito. Haga que el/la niño/a coma con otros miembros de la familia si es
posible.
- Haga
coincidir el final de la comida con alguna situación que le guste al/la
niño/a, por ejemplo un juego de
escondite o cosquillas si es pequeño/a, ver la televisión, ver un cuento o
sacar su juguete preferido.
- Ponga
raciones pequeñas, fundamentalmente si se trata de comida nueva o de
comida que a él/ella no le ha gustado en otras ocasiones. Si el problema de no querer comer es muy
serio, también puede probar a poner comidas que se puedan comer sin
cubiertos. Paulatinamente se irá alternando esta comida con la comida de
cuchara.
- Varíe
durante la semana los alimentos de cada comida. Evite poner todos los días
lo mismo, los/as niños/as se cansan.
- Si
no le gustan ciertos alimentos y además come muy mal, evite los alimentos
que no le gustan los primeros días (no podemos empezar por todo a la vez)
y céntrese solo en que coma sentado, solo y cantidades normales. Le enseñaremos a comer de todo una vez
que coma cantidades adecuadas de comida y, además, que las coma con gusto
y aceptando la rutina de comer. Podemos intentar que coma alimentos nuevos
en horas distintas a las comidas principales, a modo de aperitivos o como
golosinas sueltas.
- Póngale
comida simple y fácilmente identificable. A los/as niños/as les gusta ver
lo que están comiendo. Aconsejamos además no mezclar alimentos en el mismo
plato o la misma cuchara.
- Cuando
decida incorporar alimentos nuevos, ponga solamente un alimento nuevo cada
vez, junto con otro que le guste al/la niño/a. Para los alimentos que no
le gustan, ponga muy poco y siempre acompañado de otros alimentos que le
gustan mucho. Puede probar a poner platos combinados (no mezclados) con
raciones muy pequeñas y variadas.
- Para
conseguir que su hijo/a coma más cantidades, aumente en un principio en
aquellas comidas que más le gusten. Vaya aumentando progresivamente la
cantidad de alimento que le pone en el plato de aquellas comidas que al/la
niño/a más le gustan, hágalo poco a poco sin que apenas se note. Primero
hágalo sólo en una de las comidas del día (el almuerzo o la cena, por
ejemplo), comenzando por aquella en la que el/la niño/a suele comer más
y/o suele estar de mejor humor o más despierto/a.
- Respete
siempre el número de comidas del día y no añada ninguna más aunque el/la
niño/a no haya comido nada en la anterior. No dar de comer entre comidas.
- Marque
un tiempo razonable para la comida. Anime al/la niño/a a comer pero, si no
lo hace, retire la comida después
de que pase un tiempo razonable.
Puede disponer de un reloj con alarma. Explíquele al/la niño/a que
hay un tiempo de comida. Refuerce al/la niño/a mientras va comiendo. No le
sirva más hasta la próxima comida. Puede reforzar con un postre especial
el acabar a tiempo. Si su hijo/a es de los que se levantan de la mesa,
tardan mucho en comer, y quieren que usted vaya detrás con la comida, puede usar un reloj para indicarle que
hay un tiempo límite en el que debe estar sentado/a. También debemos
enseñar que hay unas horas apropiadas para comer y otras no. Si su hijo/a
tarda mucho porque está jugando o viendo la tele mientras come, retire lo
que le distrae. Si tarda mucho porque come a bocados excesivamente pequeños, aumente progresivamente y/o muy poco a poco hasta cantidades
normales.
- Acostúmbrele
a no levantarse de la mesa. Si se levanta, ya hemos comentado que usted no debe llevarle la comida hasta
donde se ha ido el/la niño/a. Lo mejor es que siga usted comiendo y le dé
un aviso verbal indicándole que la comida se queda fría y/o que el tiempo
de comida se va a acabar y se va quitar la mesa. El/la niño/a pierde
“tiempo de comida” y usted debe asegurar que después de ese tiempo no
puede picar nada hasta la próxima comida. En algunos casos puede ser
conveniente el obligarle físicamente a permanecer sentado/a.
- Déle
a escoger en el postre, procurando postres muy apetecibles para el/la
niño/a. Por ejemplo, puede elegir entre un helado o una chocolatina
pequeña si esos son sus alimentos preferidos...
- Anímele
a que ayude a preparar la comida. En caso de niños/as mayorcitos/as
dejarle que ayude a planificar las comidas de la semana o cuando hay que
ir a hacer la compra.
- Permita
que haya un periodo de descanso antes de la comida para evitar la fatiga o
la sobreexcitación que algunos niños/as traen del colegio y quitan las
ganas de comer. En el desayuno y merienda tenga refrigerios variados y
nutritivos, permita que los/as niños/as elijan. En las comidas principales
no se debe elegir, exceptuando el postre cuando se está iniciando el
programa de alimentación.